para tocarme el rostro con su duelo,
arrastrando decenas de objetos fulgurantes
de las que no era más dueño
que del aire que temblaba a la mañana entre sus huesos.
Posó sus ojos, vislumbré esperanza,
olí tristeza.
Y ambas desaparecieron al instante bajo las arrebatadoras carcajadas
que entonces empezaron a surgir sin descanso.
Vino a tempestades y lujo
entre serpientes que no mordían pero asustaban,
a horcajadas sobre una loma de artificios,
enredado en los engranajes de un zapato de pellejos,
con las teclas pegadas a los dedos,
el canto echado sobre el hombro derecho,
ladrando terquedades a las simientes del porvenir,
disolviendo su sordera de recelos en nuestras aguas.
Vino como se viene a reír a engaño
entrando con el pecho de aplomo y proyecto
de confianza gritona y roja, de calle engalanada contra el viento
con los temblores pintados de bengalas y girándulas
acomodado en los olvidos del exceso
extasiado en los reflejos virtuosos de la máscara protectora
atrapado en el sensacionalismo carnavalesco
que inundó nuestros días de luz,
y más tarde nuestras noches de insomnio.
Vino, sin saberlo, para salvarse.
Y nosotros, ignorantes del dolor más allá de los callos en nuestra manos, no entendimos.
Creímos un canto novedoso, sus gritos de angustia.
Y bailamos sus tristezas, pisoteamos la hierba sobre sus heridas.
Y mantuvimos el fuego de su desesperación bajo los efectos de una algarabía desenfrenada.
También nos perdimos.Cabeceamos durante decenios entre el gorjeo y a la ausencia
salpicando las pasturas con la ceniza de nuestros propósitos omitidos.
Pudimos ser maestros, y fuimos pulgas amaestradas,
murciélagos desorientados por el humo de sus defensas.
Creímos que todo lo que quedaba por venir, era mejor que lo que podíamos ofrecer.
Y nos mal vendimos.
Vino de poeta en poeta
para tocarme el rostro con su duelo.
Y dejárselo arrebatar por mi risa limpia.
Arrancárselo con la espontaneidad de los días aplacados.
Y yo... no creí en el poder de curación de mis manos sencillas.
Vino
a dejarme el inmortal aroma de un sueño por vivir
impregnado en las pequeñas inflorescencias violetas de mi alma.
KPV Març/2016