y así, hemos encogido
y somos pequeños, muy pequeños
y permanecemos juntos y escondidos.
Podemos entonces balancearnos, de la mano,
sobre un hilo
y reírnos de nuestros pies mojados.
Abrazarnos desnudos, mientras rodamos
pelaje abajo
entre los gatos adormilados.
Explicarnos historias, en la penumbra
que nos asusten
de plantas que nos devoran.
Mirarnos a los ojos, mientras callamos
acariciándonos el rostro
y sabernos muy queridos.
Prometernos, en una flor
devoción eterna
y sellarla con un solo beso, infinito.
Despedirnos.
Aspiramos
y así, en gigantes nos tornamos.
Dos extraños ahora,
devueltos al mundo.
Mientras lloramos.
KPV Setembre/2011
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