eran más tus manos vacías preparadas para sostenerme.
No, no eran tus posesiones, tus ambiciones o tus castillos,
eran más tu presencia a mi lado, con tu sonrisa apenas dibujada,
el saberte cerca.
Ni eran tu orgullo, tu grandeza, ni tu prestancia.
Eran más... tus pequeños gestos, una dulzura incipiente,
la promesa de una pasión escondida,
la certeza, de una espiritualidad infinita...
No era que me aseguraras nada,
era más sencillo.
Recorrer tu perfil en la penumbra, bajo los pinos,
que me estrecharas la cintura sentados del revés en aquel banco,
tus besos en mis brazos, dulces, delicados.
Tus recuerdos de otros días tranquilos...
historias contadas con mi cabeza reposada en tu hombro tostado.
Era, tu manera de vencerme, en nuestros juegos, tu vanidad de niño.
Era tu mirada buscando la mía, buscando sentimientos silenciados.
Era que en las noches me convertía en gata para saltar por tu ventana abierta,
y jugando a desearnos
me arrebujaba entre los huecos de tu cuerpo, hasta quedarme dormida.
Era que todo mi mundo se paraba para sostener esos momentos juntos.
No era nada.... y al desaparecer, su vacío es inmenso.
Como la brisa de verano que se escapa entre los dedos, aunque cálida, no era nada.
No era nada y tal vez, lo fue todo.
Y al separarnos resbaló hasta el suelo, y sin peso no hizo ruido.
Y al irse, tan en silencio, pareció que no era nada....
KPV Març/2012
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