Pero me obsesioné con caminar solo.
Y aquí pongo un pie y otro
y al tercero ya voy caminando.
Y en el devenir de los soles
mientras voy haciendo
te pienso, despacio
como acariciándote.
Un día los párpados
para que al abrirlos me regales
tu bonita mirada. ¡Qué bonita!
Otro día tus labios...
¡Tan rojos, tus labios!
Y en las noches,
¡No te diré que pienso en las noches!
Te diré que no duermo,
que aprieto muy fuerte tu pensamiento
para sentirme dentro.
Y un día la luna se cansó
de que te pensara tanto.
Y me puso una puerta en el camino.
Yo le pedí que se abriera, para seguir.
Seguir.
Caminar pensándote.
Pensar en caminarte.
Pero ella ni me miró.
Yo la empujé, la manipulé,
le rogué una rendija.
Nada. Ni una estrecha.
Y fatigado descansaba en el marco.
Una niña se acercó danzando
y dijo: "puerta, quiero una estrella pequeña,
para peinar los cabellos de mi princesa".
Y la puerta se abrió para ella.
Después una madre pidió leche en sus pechos para su nena.
Una flor pidió abejas, un poco de sol, gotas de agua.
Vino el mundo y pidió respeto,
vino el ruido y pidió paz...
Y a todos se les abrió la puerta.
Pero yo le pedí caminar y no me dejó pasar.
Intenté pensar que pedir para que se abriera.
Pero sólo podía pensar en ti.
En que me moría por verte.
Y la puerta se abrió.
Y apareció tu mirada, tus labios,
tu pensamiento.
KPV Agost/2012
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