como aquellos huecos en la pradera
que tanto escarbamos para construir.
Túneles al tiempo perfecto
donde nosotros eramos cada día otros.
Tan bárbaros
como los saltos que dábamos sobre el abismo
que el último árbol de aquella colina
nos permitía alcanzar.
Cuando el vacío era un cesto para meterlo todo
no la sima estrecha que ahora tememos.
Tan tiernos
como el leve crujir de las tostadas recién hechas
que sus manos, de vieja creías,
daban a las tuyas, tan llenas de prisa entonces
tan frescas
que volaban solas
aleteando alegres sobre la mesa
hasta que llegaba el cielo
y te podías huir levantando apenas la persiana.
Tan atrás
que se quedaron ellos
y aún la sonrisa la tienes fija y puesta
en cuanto cierras los ojos y te abrazas
esperando sentir
ese olor que tanta memoria lleva.
Todos bellos
pues no es momento de andar clasificando
que toda verdad se dibuja
tal cual como yo la siento.
Por eso esparzo corazón
para pintarlos a todos
con las mismas ganas de recordarlos.
KPV Juny/2013
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