dimarts, 2 de gener del 2018

Devoro

Devoro acciones mentales que me desatasquen
devoro polvo, trajín organizado que coloca las cosas y me desprende de mi corteza
devoro desdichas vivenciadas que fueron lecciones y dolor, que desinfla el mío,
y desahucia mi tristeza hacia la ligereza y el quejiquismo,
venda mis tobillos descarnados, mis talones ulcerados y me camina el cuerpo.
Devoro una a una, cientos, miles de veces que parecen no ser suficientes
caras, sus caras, todos sus cuerpos y sus culos
sus piernas torneadas o glotonas
y voy diciendo no, no, no... 
Devoro sus arrugas o sus pieles perfectas
como gestos, imperfecciones, hasta que chirrían mis ojos
y lleno mi barriga de sus pequeñas contracturas morales,
sus voces que desilusionan,
sus ideas que aburren,
sus actos que no aportan nada,
o sus andares que desapetecen,
y sigo diciendo tampoco, tampoco, tampoco...
Para descolgarme de la soga de la balanza,
y desetiquetarme de la obsesión
que busca ganar, siempre estar por encima de no sé qué.

Devoro y cada vez el agujero es más profundo.
Devoro y el peso de tantas cosas
me ayuda a hundirme en este vacío que me construye,
que me completa.

Acabaré, alojada dentro de la Kápsula.
¡Por fuera no seré más que paredes!
Un grueso muro de piel que hará de mí
mientras apoyo mi espalda contra el dorso de mis carnes
- espalda contra espalda sabiéndonos ahí, pero sin querer ocuparnos-
cerraré por fin los ojos
para sentir

el silencio

los centímetros más allá de los dedos estirados de mis manos abiertas de mis brazos extendidos

y junto a él
esas visiones ocultas que han venido a recibirme
que son certezas sin escrúpulos
crepúsculo de torpezas
para tropezar sin el descanso de la luz externa
sin la lucidez de un abrazo.
Aquí dentro no hay otros brazos que me acojan.

Para devorarme sin el alivio de desaparecer
desnudarme sin asco y sin placer
mutilarme las heridas
en agravios sin olvido
derribarme sin delicadeza
para caer, desordenar y extraviar los pecados
despedazarme las culpas en pedazos irreparables
sonsacarme la amargura huroneando clínicamente
diseccionarme sin entusiasmo ni aversión
para, saciada su curiosidad,
desorbitarme al fin....
cual giróvago en mi vacío.


¡Qué maravilloso e impasible silencio!
Despeñándome hacia la mañana nueva.


KPV Gener/2018