dilluns, 18 d’abril del 2016

Olivia

Olivia ¿Me oyes?
Olivia ¿Puedes estar despierta?
Imagino tu abrazo de brazos pequeñitos alrededor de mi cuello
tu piel de niña curiosa acariciando mi pelo.

Sueño tus ojos de color de la miel, bajo la mirada del sol.
El sol sobre tus ojos de septiembre.
El calor sobre tus piernitas vacilantes el siguiente verano.


Mamá, no estés triste.
Seré un vendaval festivo y las fauces del mundo nunca me tocarán.
No habrá sendero inexplorado, cielo sin cortejar.
No soy dolor. No soy vértigo. Soy ímpetu indominado.
Y también paz.

Dile a papá que también a él le quiero.
No. No puedo Olivia.
Sólo pienso en su mano sobre mi vientre,
aquel día,
el último día.
Su mano sobre el vientre que te albergaba, en mi silencio,
que albergaba todo el amor, todo el amor...
Y él sólo vino a decirme que su corazón estaba cerrado.
No pude Olivia.
No pude sostener tu vida sobre su indiferencia.
Ni sostener su amor sobre tu vida.

No puedo Olivia. Perdonarme por nada de lo que hice.

Mamá.
Seré trino inagotable, vuelo insaciable sobre las alas de un gavilán.
El sol. Podré tocar el sol con mis manos transparentes.
Con mi alma de fuego conversar con los volcanes y aprender
de las profundidades
de la oscuridad de la tierra.

Volver en un futuro incierto, envuelta en la sabiduría del mundo oculto.

Mamá, ¿me oyes?
No estés triste.
Seré, un beso perpetuo sobre las lágrimas tatuadas de tu rostro.


Olivia.


KPV Abril/2016



1 comentari:

Laura M. ha dit...

Se me ha quedado un escalofrío en el pecho y un golpe en el estómago con este poema.