diumenge, 24 de juliol del 2016

Mi sueño

Un día te volcaste en el camino y me atrapaste con tus manos de miedo.
    Arrástrame, arrástrame, no puedo. 
    Mis pies no tienen forma.
    Nunca tuve pies, fue sólo un sueño.
Te miro
y sigo viéndote ahí arrastrando tus piernas como colgajos.
<< Venga levanta, déjate de tonterías,
siempre andas tomándome el pelo >>
Y reírte siempre de mí, es tan cansado.
Déjame soñar, eso nunca aburre. Eso nunca ocurre.

Pero tenías el día tontuno pesado
de los que aguanto porque otras veces son tan ocurrentes
porque a veces es tan maravillosa tu tontunería
que no quiero que cambies, ni un ápice de cómo eres.
¡Quién sabe en qué decidirías convertirte!
En qué mágico ser extraordinario
pero con alas tan grandes y potentes
que jamás podrían contenerse entre mis brazos.
En qué monstruo tan espeluznante
que mi piel huiría a su contacto,
a la jaula aduladora de su voz sobre mi espalda.

Así que me acerco y dejo que te agarres a mi pierna.
Aunque nunca hubiera creído que el miedo era tan fuerte.
Supuse que era débil, pálido e inoportuno.
Pero se me clava en el muslo,
dedos como dientes.
Y el dolor... tanto dolor... me despierta!

Y de pronto te miro y desatolondro mi cabeza
me sacudo fuertemente, sinceramente
y ya no veo tus pies, las piernas
todas aquellas cosas que te convertían en un hombre
ante mis ojos.
Es cierto: no sé qué es lo que tú eres.
Quizás porque nunca me había permitido mirarte.
Tu imperfección es tan real que me ahoga.

Si lo acepto.
Si acepto que amar tu imperfección es el verdadero amor...
tendré que mirarme yo también por dentro...
decir en voz alta que sí, que todas mis imperfecciones son reales.
Y aún así he de quererme.

Querernos. A pesar del dolor.

Soñar, soñar, eso nunca ocurre. ¿No puedes seguir siendo mi sueño?

KPV Juliol/2016