dilluns, 3 de juny del 2019

Giróvago de universos

Susurro a la noche ciega
el universo está en guerra
la oscuridad trama
entrenan las estrellas en formación áurea.
Susurro en la noche, a la batalla
corceles sin alas surcan la titilante pradera
relinchan al desasosiego
a la dulce insonora muerte que sus hocicos minerales advierten.
Gritan, se abalanzan, los soldados fulgurantes sobre sus enemigos terrestres
las huestes de los cielos escupen teratormentas
aludes gigantes de fuego hidrogenado.
El atacado combate las hordas ardientes
con hecatombes helíacas que succionan proyectiles
y preñan de combustible bélico, sus vientres.

Ensordece la noche
estallidos de soles que tanto se come el silencio.
La soledad
y el silencio
convierten la furia, la colosal transformación energética
en inexistencia.
Millones de segundos llamando la tragedia, a la historia,
el clímax deslumbrante a los ojos de la memoria,
y nadie lo guarda.

Llegó el giróvago a relatar las convulsiones del universo.
Pidiendo a cambio un solo deseo en su partida.
El cosmos, trajeado de goteantes entrañas astrales,
impresionado en secreto por la disposición del cronista
y aún más sediento de palabras y leyendas que le miraran,
se avino.

El giróvago siguió al cosmos a través de vacío y de materia
quemó incalculables escrituras bajo la sombra de nuevos y colosales nacimientos.
Fue cuervo sobre su hombro
y lo vio fracturar con sus manos, rajar las panzas de soles
entrechocar asteroides,
colocar con loco entusiasmo vertederos negros del mundo.
Lo observó matar y parir sin descanso
y de todo guardó memoria escrita.
Hasta el último día.
Entonces informó que partía.
Y con gran enojo el cosmos le preguntó que qué quería.

El giróvago lo miró sin una mueca en su rostro lento
mientras extraía la diminuta caja:
- Regresa.

KPV Juny/2019