dijous, 27 d’agost del 2015

Aturdeces

Caí en las garras del sueño
para acabar atragantándome con él
porque me creí utópicamente saciada después de tanto medio-creo.
Ah el hambre que miseria mi espíritu!!!

Quizás, me dijeron, debería dejar de lanzarme
cabeza adelante, barriga en plancha contra el pavimento
sin más defensas que mi inagotable creencia en nuestra coexistencia.

Pero reivindico mi derecho a que la lucidez no me acompañe
cuando salgo a la búsqueda de la divina compaginación
de la soldadura almática.
Grito mi deseo de embrión
de no ser etiquetada en menos de doscientas
aturdeces.
Y requerir al menos
un millón de tuercas devueltas
antes de ser proclamada: coherente y decente.
Decido que la congruencia me retira y me permite
maldecirlos a todos.
Y aplastar con mis barrigazos
todos y cada uno de los pasos, de los modos,
de mis diálogos internos dibujados fuera de mí
con su perezosa ignorancia
con su ignorante pereza.

Si acatar es rehuir mi autoconocimiento,
descansar y asentir
es desgarrar a mi instinto del poder de su intuición.
Contenerme será perderme,
malograr el ahogamiento indispensable
para ganar
un viaje a mis profundidades.

Pido por tanto asilo en las abruptas simas de la confusión
donde los caminos, a veces, se borran a sollozos y se dibujan a júbilos
aunque mi mente sea tachada de maníaca
y escindida de mi cuerpo
   Pues cese toda actividad energética conectora!
   Libéreme de su amojonamiento!

Quedaré, quizás
deambulando como viento ululante
carenando las consciencias
con mis pies desorbitados.
Buscando el filo de la hermosura
que se empuña con imprudencia
y neuronas de acero.

Seré entonces testigo de las piedras que caen
y tal vez me pinte, una mano para sostenerlas.
Y alguna de ellas, en su locura
creerá escuchar al viento, llamarle.

Y así, nos habremos descubierto.

KPV Agost/2015